Un Real Madrid sólido, comprometido, serio y eficaz se llevó los tres puntos del Coliseum Alfonso Pérez gracias a un solitario gol de Militao a la salida de un córner. Fue una victoria de oficio. El equipo de Ancelotti dominó el partido de cabo a rabo pero otra vez perdonó al rival. El Getafe, de menos a más, pudieron igualar el duelo en los minutos finales pero pagaron su racanería.
Antes de visitar el Coliseum andaba Ancelotti como Tamara Falcó antes de romper con Íñigo Onieva: con la mosca detrás de la oreja. Las sensaciones del Real Madrid a la vuelta del parón han sido las de un equipo que querencia a la pereza y al despiste y eso Carletto, que sabe más por viejo que por Carletto, no le gusta un pelo. Por eso no hizo concesiones en la alineación, de la que estaban ausentes los dos mejores futbolistas del año pasado: Courtois y Benzema.
Apostó otra vez por Rodrygo de falso nueve como en el derbi y le acompañó arriba con la doble V: Vinicius y Valverde. En el medio Camavinga relevaba a Kroos y volvía Modric, cuya ausencia para el Real Madrid es más insoportable que el Telediario de La 1. Atrás descansaba Mendy y Alaba pasaba al lateral zurdo para formar una zaga con Carvajal, Rüdiger y Militao. Y fue precisamente Militao el que, para coser su cantada del año pasado en Getafe, abriría el marcador en el minuto 4 al cabecear con precisión y violencia un córner sacado al primer palo.
El Real Madrid, encantado de encontrar el gol antes que el fútbol, siguió encerrando al Getafe. La bronca de Ancelotti, muy enfadado por los dos últimos partidos, había surtido efecto. Concentrados, intensos, serios, los campeones de Liga y Champions no daban opción alguna al equipo de Quique. Los azules perseguían sombras blancas en un fulgurante arranque de partido del Madrid.
El Madrid abre la lata
Los blancos levantaron un poco el pie y respiró el Getafe, que le costaba la misma vida pasar el centro del campo. Los minutos corrían blancos a favor de la cómoda victoria visitante. Modric gobernaba el duelo sin grandes agobio. Y pasaron los minutos sin que gran cosa ocurriera hasta que la testa de Rodrygo conectó con un centro de Valverde. Soria atrapó el remate con una espectacular palomita.
Crecía el Getafe y se tomaba un respiro un Madrid que se sabía cómodo y superior. En el 41 Vinicius se marcó una jugada individual que acabó en un penalti clamoroso de Luis Milla. Mateu lo señaló pero el VAR le corrigió porque la pelota había salido por la línea de banda en la jugada del brasileño. El tanto bien anulado al Real Madrid abrochó una primera parte en la que los de Ancelotti habían ido de más a menos.
Volvimos del descanso con un Real Madrid que retomó el mando del partido ante un Getafe que trataba de reconstruirse. Aviso Rodrygo en el 46 con un disparo alto desde la frontal. Y después, con un Madrid en tromba, perdonaron Rodrygo, Tchouaméni y Modric en una ocasión triple que pudo y debió sentenciar el partido para los de Ancelotti. Y en el 48 Aleñá pudo igualar e marcador en un disparo desde fuera del área que rechazó abajo Lunin con una buena estirada.
Volvía a dormirse el Real Madrid y se estiraba el Getafe. Rüdiger y Militao sostenían atrás al campeón de Liga. Y justo cuando más sufría el equipo de Ancelotti apareció Rodrygo, emboscado entre la zaga local, para convertir en maravilla un pase filtrado por Valverde. El toque, habilidoso, liviano y sutil, del brasileño no subió al marcador porque el VAR lo anuló por centímetros. Respiraba Quique y el Coliseum.
Ancelotti había puesto a calentar a Lucas Vázquez y Asensio porque no le gustaba un pelo la pinta del partido. Era el 65 y el resultado estaba más abierto que un LIDL en domingo. El Real Madrid monopolizaba la pelota y el Getafe tendía más emboscadas que un bandolero en busca de un zarpazo que diera la vuelta al partido.
En el 76 Fede Valverde pudo haber logrado el 0-2 en un disparo lejano pero lo evitó David Soria con mano firme. Seguía el Real Madrid acumulando méritos en el juego y deméritos en la definición. Al 80, más vale tarde que nunca, Ancelotti hizo su primer cambio y fue doble: Asensio y Nacho por Camavinga y Militao.
A los blancos les quedaba lo más difícil: no perder en cinco minutos más el alargue la victoria que se habían currado durante los 85 anteriores. Lo lograron. Fue un ejercicio de resistencia y oficio, de concentración y compromiso, de un Real Madrid prosaico y pragmático que sabía que en Coliseum, como en otros estadios sin mucho fuste, es donde se ganan las Ligas.